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Jesus Sanchez

Las campanas de la iglesia suenan, el olor de horchata y pupusas llenan la plaza que está viva y llena de emoción. El primer domingo de octubre por la tarde el clima era caluroso e  implacable, pero eso no detuvo a los bailarines del grupo folklórico Paquiyollotzin–que significa “corazón alegre” en Náhuatl, un lenguaje Azteca–para alegrar al público con una serie de complejos bailes y vestidos brillantes y exuberantes del estado de Jalisco. La Feria de la Salud, que se ofreció después de la misa dominical de la Iglesia de San Vicente de Paúl, y el inicio de las celebraciones del Día de los Muertos es un día lleno de festividades. Paquiyollotzin es reconocido a través del Condado de Sonoma por la riqueza de sus bailes folklóricos, los cuales representan las culturas y tradiciones de varios estados de México. Los bailarines los forman tanto niños como adultos, quienes bailan con pasión y expresiones alegres que contagian al público que los admira y aplaude con entusiasmo y asombro.

   Esmeralda Barocio, bailarina de Paquiyollotzin, comenta por qué participa en el baile. “La razón por la que lo hago es porque ayuda con el estrés; es como una segunda familia. Me encanta la gente que baila y es muy divertido salir y hacer presentaciones,” dice Barocio.

   Los bailes son fascinantes, cautivan al público y a los transeúntes con sus movimientos animados, trajes coloridos y música radiante. La danza de El jarabe tapatío en particular representa el tema del noviazgo y la coquetería. El jarabe tapatío, también conocido en los Estados Unidos como El baile del sombrero mexicano, se originó en el estado mexicano de Jalisco, y es famoso por su baile lúdico y rítmico. Existe una gran variedad de bailes regionales de México que son artísticamente representados  por los miembros del grupo de Paquiyollotzin también.

   El grupo no está participando en ninguna competición; sin embargo, eso no impide su motivación para seguir practicando y actuando con soltura y pasión. Barocio describe cómo las competiciones difieren de las presentaciones tradicionales. “Si alguna vez bailamos en una feria, hay otros bailarines también de un grupo diferente, por lo que [puede ser] competitivo. Cuando bailamos en el desfile de la Mantequilla y los Huevos, eso es competitivo, así que cuando estamos frente a los jueces tratamos de hacer lo mejor que podemos,” Barocio, y continúa, “ Normalmente no lo vemos como algo competitivo, lo vemos como algo que hacemos por diversión, algo emocionante que hacer.”

   El entrenador de los bailarines, Juan González, ha estado enseñando durante unos cinco años. Antes de enseñar, González participó en concursos y actuaciones junto a sus actuales estudiantes como bailarín con el grupo. González explica que con tantos nuevos miembros, aún les falta llegar a un nivel más competitivo ya que cree que sus bailarines aún no tiene la habilidad requerida, pero espera que puedan llegar allí con mucha práctica y esfuerzo.

   “[Practicamos] dos veces a la semana, a veces tres. Intentamos practicar al menos dos horas al día. A veces necesitamos más, pero cuando es un grupo grande, es difícil que todos se acoplen al mismo paso y estar preparados en el mismo día porque los niveles son diferentes. Estoy pensando en comenzar otra clase sólo para principiantes,” dice González.

   Sin embargo, la práctica no es la única clave para ser un bailarín exitoso, según González. “Usted necesita sentir la pasión, usted necesita realmente sentir gusto de lo que usted está haciendo, o usted no va a confiar en lo que está usted haciendo, cuando está frente al público y la gente lo está mirando,” dice González.

   Los bailarines pasan horas cada semana dedicados a aprender el intrincado juego de pies y movimientos ornamentados que se unen en cada baile. Los bailarines se enfocan hasta dominar los detallados pasos para presentar las danzas. A la misma vez, crean una oportunidad entretenida y culturalmente rica para la comunidad. Barocio explica cómo se crea un ambiente íntimo y familiar a través de la dinámica del grupo.

   “[El baile] nos une como una familia. Todos los que están allí vienen de diferentes partes de México. Sin embargo, cuando estamos todos bailando el mismo baile, esto nos une y nos hace saber que somos todos iguales,” dice Barocio.